lunes, 21 de septiembre de 2009

Los miedos comunes en los niños
Todo ser humano suele reaccionar cómo estado natural a ciertos estimulos. Muchas de esas reacciones derivan al miedo. Para los niños es mucho más complicado controlar, porque es una reacción en desarrollo. Por ello los padres y quienes esten a su cuidado, deben saber ciertos puntos para manejarlos de forma que no creen fobias de por vida, o sencillamente que el niño no controle una reacción que aveces puede ser de supervivencia, y en otros casos de enfrentarse algo nuevo.
¿Qué les provoca miedo?
Ruidos fuertes: la batidora, la aspiradora, los cohetes, los globos que explotan.
Desconocidos: la propia sombra, el mar, caretas.
La oscuridad.
La perdida súbita de apoyo
Determinados animales.
El dolor, la sangre.
Elementos de los hospitales (si ha tenido alguna experiencia dolorosa en ellos).
Cuerpos inmóviles que habitualmente “tienen vida” (ej.: papá se hace el muerto).
Determinados rasgos de personas (ej.: barba, gafas, pinturas, etc.).
Qué debemos evitar:
Cuidar los modelos que le presentamos.
No amenazar con cosas temerosas (”que viene el coco”).
Educarle para ser prudente con lo peligroso. Ej.: incendios, el mar, etc.
No ser superprotectores.
Cuidar las películas o videos, (incluidos los dibujos animados).
Desdramatizar las situaciones temerosas de la vida. Ej.: la muerte, los coches, el fuegos, etc.
Actuar siempre con la mayor tranquilidad posible.
No reírnos de su reacción o de la persona. No permitir que los demás se rían de él.
No compararle con otros niños que no tienen miedo.
No criticarle o castigarle por tener miedo.
No hacer públicos los comportamiento de miedo del niño.
No insistir con argumentos y razonamientos.
No forzarle de maneras bruscas a afrontar los estímulos de miedo.
No amenazarle con el estimulo al que tiene miedo (”si no comes llamo al hombre del saco”).
No protegerle en exceso evitando todo estímulo amenazador de miedo.
Cómo reaccionar ante los miedos:
Actuar con tranquilidad si está con la respuesta de miedo, con el “ataque de miedo”.
Hablar con tonos bajos, ritmos y movimientos pausados.
Dar apoyo afectivo y, siempre que sea posible, contacto físico.
Entrenar con juegos los comportamientos correctos de reacción.
Dejarle que se enfrente a los pequeños miedos, que se acostumbre a ellos él solo. Ej.: olas del mar.
Felicitarle por cualquier avance en la superación de sus miedos, evitando “coletillas” del tipo: “ya era hora de que…”
Convencerle de que no hay que avergonzarse por tener miedo a algo. Utilizar frases como “yo también tengo miedo a… “
Ofrecer modelos correctos de cómo actuar. Ej.: montar en el columpio.
Ir aproximándole al estímulo provocador de miedo de forma progresiva y siempre en un ambiente de agrado y bienestar del niño.

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